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MUJER VALIENTE

marzo de 2017

Eres valiente. Olímpicamente

VALIENTE.

La barcaza aquella era un desastre

y a remo partido volviste a puerto

a reparar el casco y las heridas.

No te habían hundido las tormentas

y menos aún estabas resignada

a vararte  sobre la arena en desconsuelo.

Hiciste duelo porque la piel en carne viva

no la atienden en urgencias,

se cura ella sola con el tiempo y la amnesia.

Y un buen día al rayar el alba

rompiste amarras y enfilaste la bocana:

te esperaba la alta mar,

abiertos de par en par los horizontes.

Luciendo pechos adolescentes,

desplegados al viento tus cabellos,

dejaste que te acariciaran otras brisas,

que la ola atrevida te rozara con sus besos

de proa a popa hasta

dejar una estela en la mar.

No temas que tu palo aguante vela blanca

y se pose tu corazón en lo más alto

como una gaviota alborozada.

Si te topas con piratas

no dejes de decirles

que se metan huesos y calaveras donde les quepan;

pero si divisas las pateras

acércate y les cuentas

que también tú estuviste a la deriva,

perdida en aguas de nadie;

lánzale a su desespero

lo único que tienes (vas ligera de equipaje por si acaso):

el viejo salvavidas

para que puedan alcanzar las playas

donde ojalá  buena gente sin fronteras

los reciba en acogida.