Vivir es…

detener el tiempo para sentir el latido del corazón,

correr, como los niños, por el puro placer de caminar,

hacer un hueco en los quehaceres donde cultivar el aburrimiento,

desforestar tanta ansiedad para sembrar los campos de hierbabuena,

desahuciar las hipotecas que nos amargan mes a mes,

renegar de la eternidad porque la felicidad está en el tiempo,

rescatar el cuerpo a cuerpo de las ruinas digitales,

perder la razón allá donde nace el sentimiento,

plantar la tienda en territorio sin cobertura,

mirarnos a los ojos hasta perdernos de  vista,

saber que somos agua, tierra, viento y fuego enamorados,

ningunear las tendencias al vestir el corazón,

atender tan sólo a necesidades extremas,

poner un punto de locura y sentimiento sobre la i de cada día,

hacer la vista gorda en las rebajas,

desertar del sálvese quien pueda,

comprobar que la operación  3×2 no entra en las cuentas de la vieja,

interrogarse si el homo & femina digitales pertenecen al homo sapiens,

no confundir la postverdad con  las “mil mentiras que valen la pena”,

desnudarnos hasta encontrarnos la piel en flor,

dejar que nos hablen los libros,

devolver a la memoria lo que nos robaron los archivos,

buscar los besos a labio partido más acá y más allá de emoticones,

liberar el presente del cautiverio del pasado y del futuro,

inundarse los ojos hasta calarse los huesos bajo la lluvia de estrellas,

abandonar las barracas para gozar de la intemperie al abrigo del rocío,

echarse a la mar contra viento y marea,

certificar  que la sabiduría no está escrita en los muros digitales,

apagar las pantallas porque hay caricias esperando,

encontrar la paz entre costuras,

tener la amistad al alcance de la mano,

pedir la voz y la palabra,

y sobre todo es…

AMAR por encima de nuestras posibilidades.