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Cancionero Popular

Ya se van los quintos, madre,
ya marcha mi corazón,
ya se va el que me ponía
el ramito en el balcón.
Ya se van los quintos, madre,
ya se van los escogidos;
sólo quedan los cobardes,
los que España no ha querido.
La hija de la tabernera
gasta pañuelo de lino,
ya puede gastar de seda
con el agua que echa al vino.
Los quintos, los quintos, los van a llevar
a tierra de moros para pelear…
Los quintos, los quintos los van a llevar
a pelar patatas a lo militar…
Allá va la despedida,
la que dio Cristo en Belén:
Per Christum Dominum Nostrum,
Requiem aeternam .Amen.
Una despedida sola
dicen que no vale nada:
como sois amigas mías,
os la doy acompañada.
Por aquella cuesta arriba
subía una labradora
con un pañuelo de seda
que a todo el mundo enamora.
También yo enamoraré:
dame la mano, morena,
dámela, que soy cobarde.

 

Ya se van los pastores
para Extremadura,
ya se queda la sierra
triste y oscura.
Ya se van los pastores,
ya se van marchando:
más de cuatro zagalas
quedan llorando.

 

No quiero coche que me mareo,
quiero tartana, que me jaleo;
porque en el coche van los señores
y en la tartana los labradores.
Tengo un mandilín en casa
y otro que me están haciendo,
y otro que me están cortando:
¿cuántos mandilines tengo?

 

Aquel mandilín
que me diste ayer
le lavé y le recosí,
le volví a tender.

 

Por la calle van vendiendo
una camisa sin mangas,
sin pechera y sin el cuello
y sin tela en las espaldas.
A tu madre la meto
y a ti te saco
las perrillas del bolso
para tabaco;
para tabaco, niña,
para tabaco,
a tu madre la meto
y a ti te saco.

 

Ya me canso, ya me canso,
de tocar la pandereta
y los señores del baile
no se cansan de dar vueltas.

 

Que toma que te doy, que te traigo y que te llevo,
que toma que doy caramelines de Oviedo,
caramelines de Oviedo y galletas de Gijón,
las mantecadas de Astorga y las peras de León.

 

¿Qué tiene San Antonio
que tanto te acuerdas de él?
San Antonio es mi padrino,
yo soy afijado de él.
San Antonio bendito
tiene corbata;
como no bebe vino
no se la mancha.
San Antonio bendito,
guarda la burra,
que aunque está en el establo
no está segura.
A la orilla del río
garbanzos verdes:
quién te tuvo la culpa
de dormir sola.
Una moza lavando
dijo al puchero:
-Ojalá te volvieras
mozo soltero.
Una moza fue a lavar
con unas medias azules
y se la metió una rama
entre un domingo y un lunes.
Asómate a esa ventana,
cara de sardina frita,
que pareces al mi gato
cuando le duelen las tripas.
Asómate a esa ventana,
cara de limón podrido,
que pareces al mi gato
cuando está descolorido.
Asómate a esa ventana,
puchero de cocer mocos,
que pareces al mi gato
cuando le lloran los ojos.
Asómate a esa ventana,
echa medio cuerpo fuera,
echa luego el otro medio,
verás que torta te llevas.
No me mires de rebiojo,
ni me vengas resoplando,
que pareces un cabrito
cuando le están degollando.

 

Me llamaste pobre y fea,
yo en el alma lo sentí;
aunque soy hija de un pobre
no me peino para ti.
Me llamaste pobre y fea,
descolorida y cobarde;
vale más mi cobardía
que la hacienda de tu padre.

En el pueblo Valporquero, las Zarandillejas,
que es un lugar de temer,
Soberano Dios, pobrecita Inés,
se juntaron tres comadres, las Zarandillejas,
y de un barrio todas tres,
Soberano Dios, pobrecita Inés.
Hacen una merenduela, las Zarandillejas,
para comer y beber,
Soberano Dios, pobrecita Inés,
una puso treinta huevos, las Zarandillejas,
y otra puso treinta y tres,
Soberano Dios, pobrecita Inés.
Otra puso cien sardinas, las Zarandillejas,
para más y más comer,
Soberano Dios, pobrecita Inés.
y también un pellejuelo, las Zarandillejas,
para tener qué beber,
Soberano Dios, pobrecita Inés.
A eso de la media noche, las Zarandillejas,
todas hablan en francés,
Soberano Dios, pobrecita Inés.
una mira al pellejuelo, las Zarandillejas,
Jesús, qué niño sin pies,
Soberano Dios, pobrecita Inés.
Otra mira a las estrellas, las Zarandillejas,
todas son de reales de tres,
Soberano Dios, pobrecita Inés,
otra miraba a la luna, las Zarandillejas,
¡Jesús, qué queso es aquél!
Soberano Dios, pobrecita Inés.
Ellas que estaban en esto, las Zarandillejas,
llegó el marido de Inés,
Soberano Dios, pobrecita Inés,
palo en una, palo en otra, las Zarandillejas,
y palos en todas tres,
Soberano Dios, pobrecita Inés.
La que más palos llevó, las Zarandillejas,
fue la pobrecita Inés,
Soberano Dios, pobrecita Inés.

 

CANCIÓN DEL INOCENTON
Una vieja de Fez
se comió sin querer un almirez.
y una moza de La Losilla
se tragó sin querer una sombrilla.
Si estas cosas tenéis por verdaderas
es que sois de mayores tragaderas

 

 

CONJURO DEL AGUA CORRIENTE
Agua arenal,
no me hagas mal,
agua corriente
no mates la gente.
Por aquí pasó Cristo
con su calderín:
Bebió y no se murió;
yo beberé y no me moriré.
Y si me muero
sapos y culebras
cieguen el reguero,
los ángeles del cielo
me vengan a buscar
y la Virgen de los Remedios
me venga a acompañar.

 

 

LA LOBA PARDA
Estando yo en la mi puerta  pintando la mi cayada
Las cabriellas altas iban  la luna abajada
Vide bajar  cinco lobus por una escura cañada
Venían echando suertes cuál entrará a la mi majada
Le tocó a una loba vieja, tuerta, cana y parda
tenía los colmillos como puntas de navaja.
Siete vueltas dio al corral  y no pudo coger nada
La última vuelta que dio apañó la borrega blanca
hija de la oveja churra, nieta de la orejicortada
La que los mis padres tenían para el día de la pascua
¡aquí mis siete mastines, aquí la mi perra galana
cogeime la loba parda!
Si me la cogéis comeréis  leche y jogaza
Y si no me la cogéis comeréis de la mi callada
Anduvieron siete leguas no podían alcanzaila
Al cabo de cinco leguas las uñas se esmigajaban
Y al cabo de otras cinco leguas cogieron la loba parda
¡aquí tenéis la vuestra oveja, pura blanca como estaba!
no queremos la nuestra oveja de la tu boca babayada
quereimos la tu pelleja, pal pastor una zamarra
de las piernas unas zajonas, de los brazus unas mangas
de la cabeza un zurrón pa metei las cucharas
y de las tripas rabeles, pa que dancen las damas.