Historia > LA ERMITA

Representa la punta del corazón que describe nuestro pueblo. Por los datos que nos aporta el archivo parroquial, es muy posible que en este rellano que domina Barrillos y gran parte del valle que acaba en la vega de Boñar, hubiera una ermita al menos desde el siglo XVII: el LIBRO NUEVO DEL GLORIOSO SAN JULIAN PARA SUS VENTAS que es el más antiguo que se nos conserva pero que, evidentemente, no es el primero, en su primera contabilidad de 1750 dice literalmente: “primeramente se le carga nueve reales de una hemina de trigo de la venta de las tierras del santo”. Así pues por estas fechas de mediados del siglo XVIII la ermita de S. Julián tenía ya un patrimonio consolidado que provenía básicamente de la limosna que se recaudaba el día del Santo, consistente en aportaciones en metálico y donaciones en especie (animales o frutos de la tierra –garbanzos o titos-) que eran subastados al mejor postor. “ Las tierras del Santo” anteriormente citadas, por referencias posteriores, se concretan en una pradera sita en el “Prado Cotado” y la tierra de la Campana que, en 1812 se la denomina como la “tierra de Nª Sra. de los Remedios” y que por lo expresado en el acta de 1838, fue enajenada por el Gobierno.
La titularidad de este pequeño templo correspondía a S. Julián y sólo en 1767 aparece la primera referencia a la Virgen: se titula la subasta “para Nª Sra y San Julián”. De esta cita se desprende que ya en esta época compartían el culto el Santo y una advocación de María.
El saneamiento económico de la Cofradía de San Julián permite en 1769 iniciar obras de mejora o ampliación de la ermita. El cura Vicario y Arcipreste de este Partido de las Arrimadas, D. Pedro García, certifica que ”según dicen los vecinos de este lugar se han gastado sus efectos y alcance en la obra de la ermita” desde dicho año hasta 1774. Este hecho nos hace suponer que la importancia del culto practicado en este templo era considerable. Hay que hacer notar que todos estos asuntos eran directamente controlados por el obispado como lo demuestra la comprobación de cuentas efectuada el 17 de septiembre de 1779 por el obispo de León, Cayetano Antonio Cuadrillero en visita a Boñar. Otras visitas tuvieron lugar en 1798 y 1806.
La primera vez que se cita la advocación de Nª. Sra. de los Remedios es en el acta de 14 de Enero de 1792 en que rinde cuentas Antonio García Mendoza “vecino de Barrillos y abad de Nª Sra. de los Remedios y San Julián, sitos en este barrio”. No hemos podido encontrar la datación de la imagen de la Virgen de los Remedios, pero lo más probable es que sea de comienzos de este siglo XVIII.
Compartiendo fervor y devoción, los titulares del templo iban acumulando un cierto patrimonio: en 1807 se refleja en el libro de contabilidad, aparte de los siete reales y medio de la limosna que salió el día del Santo, el ingreso de nueve reales por la renta de la “Tierra de la Campana” ; en 1812 el mayordomo de la Cofradía, a quien corresponde ser el arrendatario anual de la pradera del Prado Cotado, libra en concepto de renta cuatro reales “para la misa en el día del Santo” Todos estos signos nos muestran que el templo de San Julián había dejado de ser una “ermita” para convertirse en un “santuario” como se le nombra en el acta de 1812 de feliz memoria por aquello de “¡Viva la Pepa!”.

Una muestra más del auge religioso entre los vecinos de Barrillos es un nuevo dato contable: en 1820 se incluye también la limosna para Sta. Lucía. De esta época datan detalles tan anecdóticos como “la hechura del cajón para custodiar la ropa (1823), “la compostura de la llave de la puerta” (1825) y unas obras “para componer la ermita” (1827).
El culto a la Virgen de los Remedios llega a adquirir la primacía a finales de esta década como lo refleja el hecho de que se abra un libro de contabilidad propia, y se certifica definitivamente con la declaración en 1829, de la Festividad de Nª Sra. de los Remedios como “Fiesta de guardar” a celebrarse en la octava de la Asunción (22 de agosto).
Por los años treinta queda patente en los textos de las actas de San Julián, un ascenso imparable de la devoción e importancia del culto a la Virgen de los Remedios: ”se toma cuentas del Santuario de San Julián en donde se venera igualmente la imagen de Nª Sra. de los Remedios y sus tierras van bajo un mismo cargo y data” (1833) ; por las palabras del cronista de 1835 podemos suponer que en aquel momento la ermita cobijaba dos capillas: “toma cuenta de los santuarios de S. Julián y Nª. Sra. de los Remedios”).
El fervor religioso despertado por esta advocación mariana, contrastado por las aportaciones económicas, permite a mediados de este siglo iniciar las obras de la actual fábrica, siendo párroco de las Arrimadas y arcipreste del partido D. Manuel Ferreras, según reza la lápida que hay en la parte exterior de la pared frontal del templo. Las obras parecen haber concluido en 1880 de acuerdo con la datación que hay sobre la puerta de entrada. La perfección de la piedra de sillería con la que está construido el campanario y la calidad de los labrados hacen pensar en unos fondos económicos considerables. El constante acoso que sufría la espadaña de la torre por parte de las chispas en esos días de terribles tormentas, aconsejaron sustiruirla, allá por 1950 , por la actual cruz de piedra.
El último libro de la Cofradía de San Julián que recoge los datos a partir de 1904 se inicia con la siguiente acta: “El día siete de Enero de este presente, reunido el Concejo de este pueblo se procede al nombramiento de mayordomo para el santuario de San Julián, Patrono de este pueblo, recayendo el nombramiento en el vecino de este pueblo Basilio Sánchez; asimismo se acordó como de costumbre pedir limosna para el Santo y salió de limosna, habiendo sido pregonado y rematado en cabeza de Justo Martínez seis celemines de titos a precio de veintiún reales hemina, resultando por tanto siete pesetas y ochenta y cinco céntimos que unido a las veintiuna pesetas y veinticinco céntimos de fondos anteriores suma veintinueve pesetas y diez céntimos, que rebajado de esto cuatro pesetas y media de la misa, una libra de cera y coste del presente libro, queda en su fondo veinticuatro pesetas y sesenta céntimos en poder del Mayordomo”. Es extraño que no figure el acta de 1905. En la parte de documentos relacionamos, por razones sentimentales que sin duda tocarán la fibra de muchos barrillenses, los mayordomos y adjudicatarios de las subastas de los años 1906 a 1930. Por estos datos podemos saber que en aquella época Barrillos contaba con unos veinticinco vecinos.

En 1930 tiene lugar el encargo de la actual imagen de San Julián que junto con el retablo son inaugurados el día de los Remedios de dicho año. En el apartado de Documentos se transcribe el acta que refleja estos acontecimientos. El retablo, muestra interesante del neogótico y modernismo que era la “tendencia” del momento, es obra de Jacinto González, vecino de Aleje, (cerca de Cistierna), que cobró por su fabricación y colocación la cantidad de mil quinientas pesetas
Como curiosidades que sin duda dan fe de los acontecimientos históricos del momento podemos destacar que en el Libro de S. Julián no se cita el postor de la subasta de 1937 (el escribano deja el espacio en blanco). En 1939 no se hace referencia a la subasta y en 1940 no se refleja la existencia ni de misa ni de limosna.
Sosegada ya la situación se consigna en 1947 la entrega al párroco de 410 pts “para gastos del Santuario” y para la renovación de las campanas que tiene lugar en 1949 en la fundición de Manuel Quintana de Saldaña (Palencia). El Mayordomo Modesto Rodríguez entrega 230 pesetas: las campanas serán bautizadas con los nombres de “Jesús-María-José” y “Sagrado Corazón de Jesús”. Como esclarecimiento de lo que pueden significar estas cantidades, hemos de tener en cuenta que el sueldo mensual de un picador en la mina era por estas fechas de unas 300 pts.

A partir de 1951 las actas expresan las cantidades de limosna en especie recibidas y el precio tasado por cada kilo. Estas actas podrían haber sido una extraordinaria fuente de información para D. Manuel Fraga que se hizo famoso en su día por tomar el precio de los garbanzos como indicador económico. Si interpretamos los valores como reflejo del índice de precios al consumo y no como manifestación de un creciente fervor, podemos concluir que en los años cincuenta la inflación fue galopante: en 1953 el kg de garbanzos se tasó a 5pts, en 1954 a 5,50, en 1955 a 6 , en 1956 a 6,50 , en 1957 a 7,25, en 1958 a 8,50, y en 1959 a 12. Es lógico, pues, que en las nóminas de los mineros de la época se incluyera como complemento el concepto de “carestía de vida”, que venía a suponer casi el 20 % del total percibido. La última subasta consignada corresponde al año 1966 y a partir de 1967 sólo figura la misa como homenaje al Santo, suprimiéndose la ofrenda de cera.
En las últimas décadas el templo y su entorno han sido objeto constante de obras de mantenimiento y mejora gracias al interés del cura párroco, D.Antonio López, unido al esfuerzo y colaboración de los barrillenses, sin olvidar las donaciones económicas que los muchos devotos de la Virgen de los Remedios aportan, en especial el día de su Fiesta. La última remodelación ha renovado la cubierta , ha restaurado el interior y ha embellecido las paredes exteriores permitiendo a la piedra lucir su textura.

No es extraño que la parte más valiosa de la construcción sea el campanario. Aparte de lo que es un signo tradicional de esplendor y grandiosidad, en las sociedades rurales siempre tuvieron gran importancia las campanas ya que significaban el principal medio de comunicación colectivo: un toque lento anunciaba la muerte de algún vecino, el toque en alto indicaba los actos religiosos importantes que comenzaban al toque de las tres (campanadas), el repiqueteo ágil de una campana llamaba a Concejo, el toque alborotado de las campanas (“arrebato”) denunciaba un incendio había toques para la hacendera y la salida de la vecera. En el artículo 10 de las Ordenanzas de Sabero se decía: “Mandamos que no siendo para actos religiosos y anunciar incendios, no se permita algún toque de campana sin el expreso mandato del Alcalde, bajo pena de dos reales” (versión de J. F. F. R: “Historia de nuestra tierra”).

La plazoleta hace una treintena de años estaba rodeada de grandes negrillos que hacían muy llevadera la misa Mayor de la Fiesta que se celebra en el exterior del templo por la imposibilidad de acoger a tantos romeros; pero la plaga tampoco tuvo piedad de ellos. Un nuevo arbolado intenta recuperar las sombras de antaño.

Este santuario ha tenido y tiene un valor fundamental no sólo en la historia de este pueblo sino también, y sobre todo, en las tradiciones e incluso en la genética de los sentimientos de sus gentes, en las que incluyo a los “adosados/as” : Sólo a los “hijos/as del pueblo” corresponde el derecho de sacar del templo la imagen de la Virgen para la procesión de Los Remedios, lo mismo que tornarla a su altar. Pero además nuestra Ermita sigue siendo uno de los lugares de peregrinaje más famados de la Provincia de León. Cada 22 de Agosto Barrillos se viste de fiesta para ser una acogedora capital (con parkings incluidos).

Por debajo de la ermita, casi en el camino de Tras-la-cañada, hay una roca que me trae muchos recuerdos. Este pequeño canto, en mi mente infantil un enorme peñasco, era el lugar preferido para hacer lumbre en los anocheceres de otoño, mientras esperábamos para entrar al rosario de obligado cumplimiento. Emulando los números circenses, saltábamos desde la peña atravesando las llamas alimentadas por los palitroques de las eras. Si encontrábamos restos de cera en el terraplén , fabricábamos teas que nos hacían soñar que éramos mineros.
Por esta vaguada pasa la cañada que permitía el paso a los rebaños trashumantes de meritas que venían desde Extremadura buscando pastos para la época del verano, retornando cuando comenzaban las primeras friuras mensajeras de nuestro duro invierno. La plazoleta de la ermita y el portal en esas ocasiones se convertía en un campamento pastoril que atraía la curiosidad de la rapacería del pueblo ya que se trataba de un acontecimiento sólo igualable a la llegada de los traperos y chatarreros.

El Santuario de la Virgen de los Remedios juntamente con el de la Virgen de la Velilla, el de Celada, el de Pandorado y el de la Peña es uno de los jalones importante del Viejo Camino de Santiago.

Como se ha apuntado ya, nada sabemos sobre los inicios de la veneración a  Nª Sª de los Remedios que en el siglo XVII tenía adjudicadas propiedades, lo cual supone una tradición de larga devoción y reconocido prestigio como “Santina”  y “Virgen Milagrera”. Tampoco  poseemos referencias sobre la actual imagen: ¿es la primera o es de segunda generación? ¿Cómo  intenta el autor representar la advocación de los Remedios?

Puede sorprender que la Virgen de los Remedios es la única de larga tradición devocional que es celebrada con una romería popular de importancia y que no cuenta con una leyenda que explique su origen, su ubicación o su fundada capacidad milagrera, tal  como ocurre con la Virgen de la Velilla, la Virgen de Boina, la de Celada, Pandorado, la Peña, la Encina…

Pero ¿qué nos revela y oculta la imagen? La representación de la Virgen no sigue la tradición románica o gótica sino más bien la línea renacentista en la que María tiene una importancia en sí  misma y no se limita a ser portadora de Jesús (mediador entre Dios y los hombres). Esta impresión se refuerza con el detalle de que la mano derecha de la Señora no mantiene la tradicional esfera (símbolo de la divinidad) o la manzana de tradición leonesa ( segunda Eva  que nos trajo la salvación del pecado de la primera), sino que se limita a sujetar el manto. Mantiene  una postura hierática, un tanto distante, como expresando que está en un plano superior al de los fieles para quienes sirve de intercesora. Tampoco mantiene comunicación con el Niño Jesús, soslayando así el aspecto humano de la maternidad situándose claramente en un plano celestial como la visión de la Mujer del Apocalipsis.

Otro punto interesante podría ser cómo ha querido el autor representar la atribución de “los Remedios”. Este término nos conecta con el mundo de las curaciones o alivio de las dolencias (corporales o espirituales). Tal vez la clave la tenemos en la representación del Niño Jesús: la imagen del Infante, relativamente secundaria en la composición, rompe con los acostumbrados esquemas de la simbología tradicional: si bien mantiene en su mano izquierda la esfera, su mano derecha no está en actitud de bendecir (tal vez quiere expresar que María se queda con la exclusiva de la intercesión y de los favores divinos) sino que porta un extraño objeto.

Comenzamos por la mano izquierda: el Niño muestra una esfera. Generalmente se interpreta como la “bola del Mundo” (posiblemente la cruz que remata la esfera nos conduzca a esta interpretación). Evidentemente cuando fue tallada la imagen ya se sabía que  la Tierra es redonda. Pero la tradición de la simbología cristiana arranca de tiempos (Edad Media) en que se desconocía la configuración esférica de la Tierra. Circunferencia, círculo y esfera representaban la condición de Jesu-Cristo: la circunferencia es una línea finita pues es mesurable (humanidad), pero no tiene principio ni fin en su sucesión de puntos (divinidad).

¿ Pero qué objeto lleva empuñado en su mano derecha? La rusticidad de la talla no nos permite identificarlo con seguridad. De color verdoso azulado, por la parte inferior da la impresión de representar una cola de reptil o dragón. Así visto podemos desplegar toda una serie de suposiciones que mantienen una cierta lógica y que podrían dar lugar a entender cómo el  autor  intenta expresar la advocación de “los Remedios”.

Podría tratarse de una referencia bíblica a la serpiente del Paraíso definitivamente estrangulada por el Mesías. También cabría pensar que este símbolo apunta a la calificación de “los Remedios”: el término fármaco  viene del griego con la significación de veneno (antídoto o vacuna) tal como representa la iconografía farmacéutica. Aún podríamos acudir a una de nuestras más significativas tradiciones asturleonesas: los “cuélebres”, símbolos del mal ante el cual los humanos nos encontramos impotentes y por tanto necesitamos de salvadores legendarios o sagrados. Por último cabe la posibilidad de que se trate del maléfico dragón tan común en  mitologías y creencias religiosas, presente también  en nuestro acervo legendario (El dragón del Llao). En el caso que nos ocupa la intervención divina no vendría por intermediación de San Jorge, San Lorenzo o San Fructuoso sino directamente del Hijo de Dios gracias a la intercesión de la Virgen María. Tengamos presente que en una de las versiones del Dragón del LLao el arma mortífera es un rosario.

Leyendas, tradiciones, visiones… Todo un mundo para observar, interpretar y alimentar nuestra imaginación, nuestras creencias y nuestras concepciones de la vida.

Este patrimonio histórico y sentimental compartido entre el pueblo de Barrillos y las instituciones eclesiásticas ha sufrido un gran revés con la inmatriculación de la Ermita como propiedad exclusiva de la Parroquia de Santa Marina (Diócesis de León). Sin aviso previo, con ocultación y deslealtad,  por tortuosos procedimientos  el templo se inscribe en el registro de la propiedad. Pero no sólo el edificio es objeto de apropiación sino que en la escrituración se apunta la intención de adjudicarse también la plazoleta. Dado que el Catastro consigna como propiedad del Concejo estos terrenos no han podido incluirlos en el registro  como parte de la finca  ((Referencia Catastral 3223301UN1432S0001GL, Número Único de Identificador Registral 24009000625046,: finca  nº  4933), pero al definir los límites de la propiedad sí que los engloban. Por las declaraciones hechas ante el Concejo el verano de 2015, las pretensiones de la Diócesis son las de “regularizar” esta apropiación. Tal vez siga vigente la sentencia cervantina: “con la Iglesia hemos topado”.