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SALVAVIDAS (a los sanitarios)

mayo de 2020

Plantasteis vuestra tienda

en la frontera de la vida y de la muerte,

en tierra de dolor y desesperanza.

Tuvisteis que mirar la angustia

a cara descubierta,

con el miedo a flor de piel.

Habéis sido la mano amiga

que menguó la soledad

de quien partía sin el abrazo necesario

rumbo al último horizonte.

Rompisteis las agujas del reloj

para que cupieran más horas en la esfera

y  los días llegaran más allá de medianoche:

el tiempo no se pierde ni se gana;

se vive y mientras haya vida

nos sabe a eternidad

la mirada y la caricia.

Solos

curando la soledad,

fuertes para sostener

las piernas que desfallecen

y se niegan a seguir en el camino,

robustos por encima de vuestras flaquezas

sujetando los sueños que se desmoronan,

y los alientos que se apagan.

Casi suena a insulto deciros gracias

cuando nos veis desenmascarados, sin conciencia,

cuando entendemos a nuestro modo y manera

que hay cosas que no se pueden pagar,

cuando damos a regañadientes lo que es justo,

cuando evadimos y votamos

a costa de vuestra dignidad.

Es momento de poner los cronómetros a cero

o tal vez pararlos a los ocho de la tarde

hasta que recuperemos  sentimientos  y  sentido:

en nuestras pobres barquichuelas

a la deriva y en tormenta

solo nos queda a mano el salvavidas

de vuestro saber y entrega sin medida.